La idea de ¡Ay, Chavela! nace a finales de 2018 principalmente de la admiración a la figura de Chavela Vargas y su repertorio musical Latinoamericano. Sin ninguna pretensión, coincide que en abril de 2019 se celebra el centenario de nacimiento de la artista y es cuando se decide darle un impulso a lo que había germinado solo con guitarra y voz, sumándose a la andadura la artista venezolana Blanca Haddad. A partir de ese momento, el proyecto toma un nuevo rumbo al integrar en el repertorio musical una selección de poemas escritos de puño y letra por la de Caracas, aportando así otros matices a la aventura sonora. Al principio fue un reto unir música y poesía, sobretodo musicalizar los poemas y buscar los momentos precisos para darle espacio a este arte de la palabra, pero más tarde se convirtió en un ingrediente más del “puchero” resultando ser finalmente el hilo que entrelaza a las canciones.
En 2021 se une al viaje la bailaora flamenca Isabel Rivera sumando así movimiento y fuerza en escena. Chavela Vargas, que fue y es todavía la voz de América Latina, no cantaba, ella gritaba, gemía, susurraba, rezaba y lloraba su canción. Todos estos calificativos caracterizan también a la expresión flamenca que impregna el proyecto, donde esa forma de cantar, tocar, bailar y recitar acaban despertando a los “duendes”. Es por ello que en el título del proyecto queríamos que se reflejara esa queja y desgarro, ese ¡ay! al que los cantaores/as flamencos/as tanto recurren, haciéndole un guiño a la voz de ébano de la “cantaora latina”. En abril de 2012, Chavela presentó su último trabajo titulado Luna Grande, un disco-libro donde revivió, a modo de homenaje, relevantes poemas del escritor granadino Federico García Lorca. Posiblemente sea este último suspiro el que de alguna manera releve y estimule la idea de ¡Ay, Chavela!, uniendo así y de nuevo dos culturas y mundos que son muchos y son uno. Sin duda alguna, Chavela alzó muy alto su voz y nos dejó un legado inmenso de letras, melodías y mensajes de los cuales nosotros ahora bebemos y nos inspiramos, como en el caso de este poema de Blanca Haddad:
Me he comido todas las flores,
jugando a la bestia,
jugando al amor:
Aves del Paraíso,
Acacias de Constantinopla,
Cardos blancos,
Espinos de Jerusalén,
Lirios del valle,
Violetas africanas,
Orquídeas canarias,
Iris blanco,
Mistol del monte,
Narcisos de manojo,
Azaleas del Japón,
Tulipán, Jacinto, Mirto, Loto,
Mimosas, Hortensias y Crisantemos.
Me he comido todas las flores,
pensando en ti.